El movimiento de mujeres indígenas ha trascendido fronteras y se ha consolidado como una fuerza global de resistencia y transformación. Lo que antes eran voces aisladas, hoy se articula en un tejido internacional que une a lideresas de América Latina, África, Asia y otros territorios del mundo. Esa convergencia ha permitido que las mujeres indígenas no solo sean escuchadas, sino que también marquen el rumbo de las discusiones sobre derechos, territorios y justicia climática. Ese es nuestro movimiento de mujeres: una articulación global que nace desde la ancestralidad, se sostiene en la colectividad y se proyecta hacia el futuro con propuestas concretas para la vida y la justicia climática.
En la IV Marcha de Mujeres Indígenas en Brasil, lideresas de diversos países, Brasil, Venezuela, Bolivia, Colombia, Ecuador, Panamá, Perú, México, Costa Rica, Filipinas, Honduras, Surinam, Guyana, Zimbabue y Kenia, y de múltiples territorios, ecosistemas, biomas, lenguas, culturas y tradiciones, se reunieron para compartir experiencias, visibilizar los desafíos comunes y reafirmar que la defensa de los cuerpos y de los territorios es inseparable. Este espacio ancestral de resistencia abrió la posibilidad de dialogar desde nuestras realidades y saberes, fortaleciendo la incidencia internacional de las mujeres indígenas y colocando nuestras propuestas en el centro de los debates globales.
De esta articulación surge la Carta de las Mujeres Indígenas al Mundo, un documento histórico que recoge nuestras voces, luchas y demandas. La carta es el resultado de un proceso de construcción colectiva que exige igualdad, respeto, reconocimiento y la urgencia de comprender que no existe justicia climática sin las mujeres indígenas.
Hoy, esta carta se presenta como un llamado al mundo: a los Estados, a los organismos internacionales y a la sociedad civil global, para reconocer y garantizar los derechos de las mujeres indígenas y su papel fundamental en la protección de la vida y del planeta. Es testimonio de un movimiento que crece, se fortalece y que seguirá marcando el camino hacia un futuro justo y sostenible para todas y todos.